Atlas de arquitectura. Los Eames: coreografiar la vida doméstica
La pareja de diseñadores Ray y Charles Eames vivía en Pacific Palisades, Los Ángeles, en una pequeña y soleada casa de acero y cristal, rodeada de árboles. La historia de este ejemplo de arquitectura doméstica moderna, hoy un icono angelino, comenzó a principios de la década de los cuarenta, momento en el que la pareja había comenzado a trabajar en el solar, seleccionado por su amigo John Entenza. Habían imaginado cómo construir su hogar y, junto al arquitecto y amigo Eero Saarinen, terminado de diseñarlo. Por fin, habían encargado algunos de los elementos constructivos necesarios para edificarla.
El proyecto era profundamente nuevo. Como se mostraba en el número de diciembre de 1945 de la revista Arts & Architecture, que dirigía John Entenza, la vivienda se configuraba como un contenedor elevado, que dominaba el horizonte. Tomó el nombre de Bridge House.
Pero la intervención de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial hizo que el acero no llegara hasta 1948, ya que se estaba dando prioridad a la industria armamentística. Mientras, Charles y Ray Eames siguieron pensando su casa. Influidos por una nueva sensibilidad hacia el lugar en el que se iba a asentar la vivienda, tras las habituales visitas a la parcela, la pareja comenzó a modificar el proyecto. Además, Charles Eames había visitado hacía poco tiempo la exposición sobre Mies van der Rohe que había tenido lugar en el MoMA. Todo ello les hizo reorganizar los elementos industriales que habían encargado en un nuevo diseño. El encuentro de Ray y Charles Eames con el lugar y con unas piezas de catálogo industrial, junto a la influencia del movimiento moderno y sus enseñanzas darían lugar a la forma final de la vivienda.
Este segundo proyecto definía también un contenedor, o más bien dos, la vivienda propiamente dicha, y tras ella, el estudio. Pero sus proporciones respondían ahora a dos nuevas prioridades: conservar el paisaje lo más intacto posible, y maximizar el espacio. Los volúmenes se colocaron pegados a la colina, pero se ocultaron, aprovechando una fila de árboles. La casa perdió toda la definición formal posible, y los detalles constructivos simplemente surgieron de forma natural en la unión de una pieza con otra.
Las paredes eran en gran medida de vidrio, de tal manera que la separación entre interior y exterior resultaba ambigua. Esta sensación se multiplicaba por medio de las impresiones de la naturaleza sobre ella, en forma de sombras y reflejos. Los árboles y el patio son los verdaderos límites de la casa.
La casa de los Eames se comportaba como una envolvente inmaterial que permitía acondicionar térmicamente un interior habitado. Tomando las palabras que Iñaki Ábalos utilizó para la casa de la Alcudia de De La Sota en La buena vida, la casa era «pura experiencia sensorial técnicamente inducida». Gracias a la técnica, sugiere Ábalos, las casas californianas convirtieron el muro exterior en una membrana sin más funciones que la de proteger del clima exterior y dejar que entre la luz, gracias al confort ambiental artificial.
«Nos interesa la casa como un instrumento fundamental para vivir en nuestro tiempo. La casa como una solución a la necesidad de cobijo que sea contemporánea desde el punto de vista estructural; la casa que, sobre todo, se aproveche de las mejores técnicas de ingeniería de nuestra civilización altamente industrializada».
Charles Eames, en ¿Qué es una casa?, ¿Qué es el diseño?
La nueva vivienda tomó el nombre de Case Study House #8, ya que formaba parte del conocido proyecto de John Entenza de predicar la arquitectura doméstica moderna a través de proyectos domésticos construidos por significativos representantes de la arquitectura de la costa Oeste, como los Eames. La iniciativa, que empezó en 1945 y terminó en 1966, se enmarcaba en un contexto de demanda de viviendas en los Estados Unidos tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. El nuevo diseño se publicó en la revista Arts & Architecture en mayo de 1949.
La vivienda había sido diseñada mediante la técnica de la selección, yuxtaposición y reorganización de elementos existentes. Ray y Charles Eames usaron estas ideas para otros proyectos arquitectónicos y visuales. Un ejemplo es la película «House: after 5 years of living» de 1954.
La película nos ofrece 11 minutos de visiones fragmentarias de la casa. No posee un orden narrativo claro: no se trata de un recorrido y no ofrece planos globales. En cambio, los escenarios se repiten, se pasa del interior al exterior en sucesivas ocasiones, de planos cercanos a otros medios. No se trata de ubicar al espectador o de hacerle comprender una arquitectura, sino de hacerle sentir un estilo de vida en el que los útiles domésticos, los detalles constructivos, o las hojas de un árbol tienen la misma importancia. Las paredes terminan funcionando como cuadros compuestos con colores, reflejos y transparencias.
Se establece la equivalencia de la naturaleza con la arquitectura doméstica moderna. La casa se despliega como una colección heterogénea de momentos vividos que quedan representados mediante objetos elegidos y colocados para configurar un conjunto estético. La vivienda no es ya, en consecuencia, un grupo de estancias asignadas a funciones, sino una amalgama de situaciones del día a día.
«En muchos sentidos, esto es lo que los Eames pensaban que era la arquitectura: el continuo espectáculo teatral de la vida cotidiana, entendido como un ejercicio sometido a restricciones, más que de expresión personal».
Beatriz Colomina, en Reflexiones sobre la Casa Eames.
Los Eames borran los límites entre interior y el exterior, entre vida y arquitectura. Un entendimiento de la relación de la vivienda con sus usuarios y su entorno, placentero, estético, cuidado, contextual y atento, que AGi architects incorpora a sus proyectos de arquitectura doméstica.
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