En los últimos años, y por necesidad, el urbanismo está evolucionando hacia un modelo más sostenible, incluso más resiliente. Las ciudades se están convirtiendo en espacios híbridos, en los que las nuevas tecnologías juegan un papel esencial, pero que, además, se diseñan para que los ciudadanos hagan un uso abierto de las mismas. Sin duda, la incorporación de energías renovables en las ciudades, va ligada a esa participación activa del ciudadano y a las tecnologías más avanzadas que permiten un uso optimizado de las mismas.
Estas ciudades híbridas son, como ya comentamos en alguna ocasión, un concepto renovado de “smart city”. Los espacios públicos integran una ciudad, como lugares físicos multidimensionales en los que las personas ejercen su derecho a su uso y disfrute. Éstos son escenario para posibles interacciones políticas, culturales, sociales y simbólicas, y deben ir en consonancia con dicho concepto cooperativo y sostenible de smart city. Como ya hemos comentado en otras ocasiones, no creemos que la arquitectura y el urbanismo sostenibles respondan a una fórmula matemática aplicable en todos los lugares de la misma manera.
Los espacios públicos, ya sean calles, plazas, parques, jardines o infraestructuras artísticas, son lugares de apropiación por parte del individuo que no deben traicionar el espíritu de la ciudad cuyo uso debe fomentarse y ser flexible. Concretamente, las piezas de arte público, son susceptibles de convertirse en referentes espacio temporales para los ciudadanos que no sólo atraigan actividad, sino que también aporten identidad y significado.
Propuesta LAGI 2014: una infraestructura artística en una ciudad sostenible
Como ejemplo de esta integración de las energías renovables en el espacio público artístico, hecha a la medida de una ciudad; nuestra propuesta presentada a la convocatoria LAGI 2014 Copenhague. Dicha ciudad, referente de sostenibilidad por excelencia, debía estar provista de una infraestructura artística también sostenible en la que consideramos que se debía intervenir mínima y aisladamente para conservar todas sus cualidades.
El lugar, Refshaleøen, está en una situación privilegiada desde la que se puede contemplar toda la ciudad; por ello, la primera decisión fue idear un mirador como punto de referencia, sobre una metafórica montaña que conectara lo industrial, el paisaje tecnológico y lo natural.
Dicha montaña se construye en torno a tres molinos de viento que son los puntos de soporte de toda la estructura tensil que conforman la montaña artificial, optima para juegos y escalada. Esta estructura sirve de soporte a los paneles solares que recubrirán las zonas expuestas a una mayor radiación, y que abastecerán con electricidad a las casas barco que atracarán en la zona. Se conforman unos conos invertidos, como negativo de los montículos coronados por los molinos de viento, cubiertos de placas fabricadas en plástico reciclado que conduce el agua hacia unos depósitos subterráneos, que permitirán el riego de los huertos urbanos que ya existen en la zona y sirven mayoritariamente para el autoconsumo de los habitantes de las casas flotantes.
De la mano de las empresas tecnológicas locales, los modelos de molinos de viento escogidos -el Aelos-V 5kw y el Aelos-V 600w- han sido probados y son los más adecuados para el entorno urbano; son eficientes, incluso cuando operan a bajas velocidades. Por otro lado, las gradas y zonas habitables cubiertas se construirían también con láminas plásticas recicladas.
Cumpliendo con el ideal de referente simbólico y generador de actividad, esta infraestructura energético-artística de 22 metros de altura organizará el parque y se convertiría en un lugar atractor de eventos y ciudadanos perceptible desde la otra orilla de la ciudad.
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