No hay palabras para definir el concepto de Nirvana, un estado mental que tiene efectos en el plano físico y espiritual. Por tanto, es difícil explicarlo y sólo quien practica la meditación puede entender lo lejos que está de alcanzarlo. Esta reflexión nos empujó a denominar este proyecto como Nirvana. Palabras como “casa”, “villa” o “palacio” no encajan con la escala del edificio, con su formalización material o con su jerarquización espacial. Nosotros preferimos hablar de “hogar”. Las características del hogar no son físicas, sino mentales y afectivas, y Nirvana Home ha sido diseñada y construida para satisfacer las necesidades de los habitantes en estos aspectos. Este hogar es reflejo también de la cultura donde se desarrolla. Así, su contacto con el lugar en la planta de acceso es un nivel público dedicado a la socialización, a la reunión con amigos y familiares. Para ello, se han creado espacios que se miran entre sí, sin ninguna relación con el entorno y comunicados unos a otros a través de patios.
La sucesión de vacíos geométricos en un mármol gris pulido contrasta con el exterior en cerámica blanca y rugosa. La dualidad de texturas se asemeja a la que encontramos en una cantera de mármol, donde contrastan los vacíos geométricos y pulidos de los bloques sustraídos y el terreno natural de la montaña. Dentro de Nirvana, poco a poco, escalón a escalón, el horizonte y el mar empiezan a ser dominantes y el edificio queda marcado por una gran diagonal, que desplaza la masa para conseguir la máxima transparencia, permitiendo mirar hacia el mar a estancias ubicadas en distintas fachadas. Esta estrategia genera vacíos en cadena que se convierten en patios tridimensionales que albergan jardines en diferentes alturas y sirven de lugar de encuentro para padres e hijos. En el último nivel de Nirvana Home se encuentran los espacios privados de uso exclusivo para los padres, con una situación privilegiada, que les permite dominar la actividad interior de la casa sin perder de vista el mar y el horizonte.