En la mayoría de los casos, los hospitales son percibidos como lugares con connotaciones negativas, y más si nos referimos a centros de rehabilitación y seguimiento donde los pacientes pasan mucho tiempo durante largos periodos. Así, nuestro objetivo era cambiar esta percepción y conseguir idear un espacio positivo que pudiese actuar como contenedor de actividad social, más que un centro puramente hospitalario. En este sentido, el primer elemento a considerar fue el exterior del edificio (incluida su materialidad y volumetría) ya que genera la primera conexión entre el paciente, el hospital y su entorno. En vez de tratar la volumetría como una construcción hospitalaria (volúmenes contenedores meramente funcionales) se propone un tratamiento más cercano a dotaciones socio-culturales, generando un cuerpo rotundo de piedra marcado por dos grandes aperturas de color rojo en fachada, que invitan a acceder al interior de nuestro edificio /organismo, e insinúan lo que el usuario se va a encontrar una vez penetra en él. Esta piel de piedra es la que nos proporciona, además, la protección necesaria a las duras condiciones climatológicas kuwaitíes, garantizando unos niveles altos de sostenibilidad y bajos costes de mantenimiento.
El esquema anatómico del corazón y su funcionamiento en el conjunto del cuerpo humano fue el tema utilizado para el diseño del proyecto. El corazón es la cavidad central del sistema, un gran “atrio” que bombea la sangre nutriendo al resto de órganos y las células que los componen. De esta forma, nuestro corazón está presente en el diseño del gran atrio central de triple altura al que vuelcan los espacios de espera y circulación; un espacio de color rojo, ampliamente iluminado con luz natural a través de distintos patios, que posibilita una experiencia hospitalaria desahogada, en contraste con los espacios de escala más ajustada que usualmente constituyen los edificios de esta índole. La circulación de pacientes se produce hacia y desde este espacio (fuente de luz y vida), como circulan los glóbulos rojos en la sangre, y son recibidos en las consultas y diferentes departamentos para devolveros al sistema circulatorio una vez “reoxigenados”. La medicina cardiaca, sus fundamentos, e incluso la estética de sus herramientas de trabajo nos sirve para construir un discurso arquitectónico sobre el que proponer un edificio hospitalario diferente, con una clara vocación experiencial, que tiene en cuenta especialmente la situación específica del tipo de usuario: pacientes, y trabajadores, tratando de facilitar al máximo su paso por el centro.