Durante el siglo XVIII, la familia de los Duques de Osuna llegó a poseer hasta 180 hectáreas de terreno en la zona noroeste de Madrid. En ese lugar edificaron el Palacio del Capricho, una finca de recreo aristocrática rodeada de un gran jardín, el único del Romanticismo existente en Madrid, y otras edificaciones como caballerizas o la casa de oficios.
Hoy, junto al Palacio del Capricho, y al actual parque público que lo rodea, se abre un gran espacio urbano cuya reestructuración se ha promovido mediante concurso público para establecer la nueva Plaza de la Duquesa de Osuna. En este contexto, AGi architects realizó una propuesta que partía de una premisa casi evidente, la de reforzar la conexión entre el barrio y el palacio y su jardín, en los que se va a establecer un Museo de la Ilustración.
De esta manera, el proyecto para la Plaza de la Duquesa de Osuna se planteó como un espacio estructurado a través de una serie de plazas conectadas entre sí.
Junto al Palacio del Capricho, se situaba la Plaza de la Fuente. Más al sur, entre los edificios que alojarían el auditorio y escuela de música, distintos espacios abiertos conectaban con la plaza anterior y se abrían hacia la Gran Plaza, la principal. El esponjamiento de las escuelas y talleres de jardinería, planteadas al sur del eje, cerraban el conjunto a la vez que lo conectaban con el barrio.
Entre estas plazas, se plantearon arquitecturas dedicadas a dos programas específicos: el educativo vinculado a lo musical, y las actividades de jardinería y agricultura urbana. Ambos se eligieron por su carácter participativo, ya exitoso en otros casos situados en la ciudad de Madrid.
También se tuvo en cuenta la dimensión temporal que implicaba la construcción de la Plaza de la Duquesa de Osuna, dada la escala de la intervención. Así, se planteó una estrategia para el desarrollo gradual de actividades y elementos en el tiempo. Para ello, se partió de una organización geométrica del solar en base a dos tramas perpendiculares entre sí.
Una primera trama de 5×2,5 metros, en sentido noroeste–sureste, organizó la ubicación y ampliación progresiva de los elementos arquitectónicos. Estos se plantearon mediante sistemas modulares estandarizados y de fácil construcción.
Una segunda trama, organizada en sentido contrario, estructuró con forma de bandas horizontales de cinco metros de ancho, y bien orientadas al soleamiento, el uso de huerto urbano. Este gran espacio plantearía la posibilidad de generar una actividad colaborativa para el barrio, siendo autogestionado por los propios vecinos. Este gran huerto comunitario se planteó no sólo como un centro de producción agrícola, sino como un espacio de aprendizaje abierto a programas escolares y sociales.
Esta propuesta trató, además, de recuperar el antiguo uso del solar como huertas y cultivos en propiedad de la Familia Osuna resignificándolo y adaptándolo a un uso abierto a la ciudadanía.
Este programa generaba a su vez una serie de arquitecturas e infraestructuras de jardinería, agricultura y cuidado de los huertos (los invernaderos, semilleros, casetas de labranza, el sistema de riego, los sistemas subterráneos de canalización). Con ello aparecían toda una serie de rutinas que permiten su gestión productiva y su mantenimiento (las labores de cuidado del jardín, poda y abonado en invierno, mantenimiento, nutrición y fertilización del suelo en primavera y labra y recolección en verano y otoño,tiempos de siembra, rotación de los cultivos) y visibilizaban el paso del tiempo.
Más sobre el proyecto en la web de AGi architects.
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