La estación de Delicias, en el sur de Madrid, va a ser transformada en un nuevo Museo del Ferrocarril. Se sitúa cercana a los grandes equipamientos de la ciudad, como Medialab Prado, Tabacalera o Matadero Madrid, todos en edificios reconvertidos que dan cuenta del pasado industrial del sur de la capital.
Aunque el patrimonio industrial sigue estando amenazado por el desarrollo urbano, su progresiva puesta en valor ha fomentado su recuperación para programas contemporáneos. Ornamentación, materiales, singularidad espacial y memoria histórica proporcionan un marco de innegable valor para los nuevos programas culturales. En este contexto se propone la adaptación de la antigua estación de Delicias para el nuevo Museo del Ferrocarril. El valor del patrimonio industrial es el centro de la propuesta de AGi architects, ganadora del accésit (segundo premio).
Lucía Azurmendi, arquitecta de AGi architects y quien guió el proyecto presentado al concurso, explica cómo se aborda la recuperación del patrimonio en la propuesta para el Museo.
“El plan director prioriza el entendimiento de la infraestructura desde un punto de vista histórico”. Uno de los puntos de partida ha sido detectar los elementos que alteran la composición original y proponer su retirada para una mejor comprensión del conjunto. “Y en segundo lugar, hemos recuperado e incorporado diversos elementos que formaban parte de la red ferroviaria española”, ya que no es posible entender el funcionamiento de una estación del siglo XIX como un mero contenedor de trenes.
“Es habitual en el mundo del ferrocarril recuperar elementos inicialmente destinados a un lugar para utilizarlos en otro”. Poniendo en uso este tipo de procedimiento, el proyecto amplía el conjunto existente en Delicias con «un museo al aire libre localizado en torno a las vías existentes, en el que recuperar elementos del patrimonio del ferrocarril español. Muchas de estas infraestructuras están abandonadas y olvidadas. Así se conservan y protegen, llegando a alojar algunas de ellas programa en su interior”.
El proyecto crea un museo al aire libre en torno a las vías existentes, con elementos del patrimonio del ferrocarril español.
En este proyecto, el espacio público abierto pone de manifiesto el carácter territorial de la red ferroviaria, y la cualidad paisajística de sus infraestructuras, caracterizada por su condición cinemática. “Para toda la playa de vías priorizamos la comprensión del funcionamiento de la antigua infraestructura a través de la recuperación de patrimonio ferroviario disperso por el territorio nacional. A nivel de circulaciones, organizamos dos recorridos, uno público y abierto a la ciudad. En el primero, el patrimonio se percibe como un conjunto de grandes esculturas urbanas. El segundo recorrido es museístico. Se sitúa elevado sobre una pasarela. A través de una narrativa temporal, permite apreciar la evolución del ferrocarril en España”.
Uno de los problemas que tradicionalmente han supuesto las estaciones de tren urbanas ha sido la ruptura de la trama por las vías ferroviarias. “La estación de Delicias era de término, por lo que solo discurren las vías hacia el sur de la estación. Las vías articulan un espacio público lineal que conecta la estación de Delicias con el parque Tierno Galván. Actualmente, este espacio lineal es una barrera, no solo por la existencia de vías sino por el gran vacío urbano que existe al otro lado de estas”. Con el proyecto, “toda esta barrera se llena de programa, para que en un futuro haga de nexo con el barrio de Delicias. El espacio se va cosiendo a través de los hitos-esculturas y plazas que aparecen en torno a ellos. Aparecen pasos a nivel, propios del propio lenguaje ferroviario”.
Un Museo del Ferrocarril plantea de manera simultánea el reto de transmitir la historia del transporte ferroviario y su impacto en la sociedad, tanto como de ser el hogar de la colección de vehículos ferroviarios de importancia histórica y gran escala. “Dado que la pieza principal es una estación del siglo XIX, se recuperan todos los elementos propios de esta época. Así, se pone en funcionamiento una de las vías para la explicación del vapor. Aparecen depósitos, aguadas, grúas… y una de las construcciones más representativas del vapor: la rotonda o placa giratoria, con su depósito anexo. Esta construcción servía para poder girar las locomotoras de vapor y con la llegada del diésel y la tracción eléctrica, fue cayendo en desuso. La propia estación de Delicias tenía una, hoy desaparecida, con capacidad para 24 locomotoras”.
Trabajar con el gran número de trenes que alberga la colección del museo fue el mayor reto del proyecto. El equipo detectó que “uno de los problemas del museo del ferrocarril de Madrid es la cantidad de patrimonio que tiene, y que actualmente se muestra estático en la estación a modo de contenedor. Nos parecía importante recuperar la dinamicidad de estos elementos así como vaciar en la medida de lo posible la estación. Un nuevo pabellón, que se alza como pabellón de tracción eléctrica, así como la mencionada rotonda serán, junto a la estación, cobijo de locomotoras y vagones, permitiendo así ‘esponjar’ la estación decimonónica”.
Era importante recuperar la dinamicidad de la colección del Museo así como vaciar en la medida de lo posible la estación.
En paralelo al programa museístico, se han incorporado nuevos programas, garantizando una vida activa del conjunto. “Entendemos el proyecto como un gran espacio de usos mixtos —restauración, incubadoras de innovación, cultura contemporánea—, en el que el patrimonio se mezcla con la innovación y el ocio. Su flexibilidad y uso continuado ayuda a preservar la estación y mantenerla con vida”.
Ante las amenazas que puede suponer la presión urbana, en AGi architects sostenemos que la conservación de equipamientos como la Estación de Delicias constituye una forma de preservar también la ciudad. Para Lucía Azurmendi, este tipo de proyectos deben ser abordados de tal manera que tanto la red de programas culturales como la vida de los barrios que los acogen se vean beneficiadas. “Además de su importancia por ser patrimonio industrial, y por formar parte del imaginario colectivo de la ciudadanía, estas grandes infraestructuras suponen una gran oportunidad para ser ocupadas por programas más contemporáneos. Ésta es una forma más sostenible de habitar la ciudad de cara al futuro”. Y es una garantía de que el patrimonio se mantiene en uso, conservándolo, y protegiéndolo, sin olvidarlo.
Deben ser “espacios abiertos, para toda la ciudadanía y especialmente para la gente del barrio, que son los que más lo van a habitar. La existencia de varias capas programáticas y de tipos de usuario es compatible, y garantía de urbanismo sostenible”. Programas más especializados deben convivir con programas de ambición local. “No puede ser que un evento como el actual Mercado de motores, en la Estación, se celebre una vez al mes y sea visitado por todo Madrid, pero que el vecino que vive en la trasera de la estación no pueda disfrutar el espacio cualquier día de la semana”.
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