Hay espacios arquitectónicos en los que la función acogida en su interior traza en gran medida su disposición y sentido. Son estos lugares infraestructurales en la ciudad, que históricamente han sido elementos constituyentes de los asentamientos urbanos. Espacios que son nodos en una matriz de circulaciones. Estaciones de tren, aeropuertos o puertos, puntos de entrada y salida de las redes de circulaciones de las personas y las mercancías, o espacios como los mercados, que permiten el encuentro entre las personas y las mercancías.
En este artículo repasamos dos edificios, uno en Kuwait, y otro en Santiago de Compostela, dedicados precisamente a puntear la infraestructura. Un aeropuerto y un mercado, los dos con arquitecturas contundentes, de una materialidad cruda, que los liga a pesar de la distancia temporal y geográfica entre ellos.
Aeropuerto Internacional de Kuwait, Kenzo Tange
Kuwait no dispone de ferrocarril, aunque la creciente congestión de las carreteras del país ha dado pie a que varios proyectos ferroviarios estén en planificación. El Aeropuerto Internacional de Kuwait, situado en Farwaniya, es por tanto un elemento principal de las comunicaciones de viajeros del país.
El aeropuerto se puso en marcha entre 1927 y 1928. En ese momento, tenía como función principal ser parada para los aviones británicos que se dirigían a la India británica. En 1979 se inauguró la que actualmente es la estructura principal del aeropuerto, diseñada por Kenzo Tange. El aeropuerto, calificado en 1985 por el crítico Stephen Gardiner como «el aeropuerto más bello del mundo» se implantó sobre el suelo de Kuwait con toda la contundencia de la arquitectura japonesa del momento.
Tange pertenecía al conocido movimiento metabolista japonés, nacido en la posguerra de la Segunda Guerra Mundial. Éste era un momento de radical cambio en Japón, donde la reconstrucción del país fue seguida de una búsqueda de la identidad nacional. Metabolismo fue la traducción dada a la palabra japonesa shinchintaisha como símbolo del intercambio esencial de materiales y energía entre los organismos y el mundo exterior. El significado japonés de la palabra tiene la sensación de reemplazar lo viejo con lo nuevo. Entre las influencias de estos arquitectos estaba la física nuclear y la biología, que se vincularon a los conceptos budistas de regeneración. La prefabricación moderna se combinó con la tradición de la renovación de la arquitectura japonesa, cuyo ejemplo más notorio es el Santuario Ise que se reconstruye cada veinte años.
El Metabolismo se dio a conocer internacionalmente cuando Tange fue invitado a la que sería la última reunión de la asociación CIAM en Otterlo, Países Bajos. Allí, presentó las nuevas tendencias japonesas de forma internacional por primera vez. Mostró dos proyectos del arquitecto Kiyonori Kikutake. El primero era la Ciudad en forma de Torre: una torre de 300 metros de altura que albergaba la infraestructura en forma de cápsulas de una ciudad entera. El segundo proyecto que Tange mostró fue la Sky House, una plataforma apoyada sobre cuatro paneles de hormigón con un techo hiperbólico de paraboloide. En ella, las unidades de la cocina y el baño estaban diseñadas para que pudieran moverse en la casa.
Después de la Exposición Internacional de 1970, que los Metabolistas diseñaron, comenzaron a trabajar en Oriente Medio y en África, lugares donde se estaba produciendo una gran expansión urbana. Entre los proyecto de Tange, el aeropuerto de Kuwait destaca por su pureza formal, y sus duros planos inclinados de hormigón que recuerdan a una nave espacial. Es imposible evitar pensar en que en esos mismos años, La Guerra de las Galaxias está causando furor.
Sin embargo, ya en 1988 muchos de los elementos originales habían sido alterados. El aeropuerto se sometió a un gran proyecto de renovación y ampliación entre 1999 y 2001.
El aeropuerto no fue el único proyecto que Tange hizo para Kuwait. Nueve años antes del aeropuerto, Tange terminó la construcción de la Embajada de Kuwait en Tokio. En ella los bellísimos volúmenes de hormigón flotan aunando pesadez y ligereza.
Mercado de Abastos de Santiago de Compostela
En cierta medida, los aeropuertos son nodos de comunicaciones, pero un tipo de nodo extraño, alien al sitio en el que se posa —un no lugar de los que hablaba Marc Augé. En cambio, los mercados son quizás todo lo contrario, espacios de acogida, plazas cubiertas en las que el intercambio se realiza bajo el paraguas de la cotidianidad.
En la Edad Media, los vendedores ocupaban las plazas de las ciudades. Por esa razón, los actuales mercados de abastos se denominaban plazas de abastos. Muchos de los más renombrados datan de la época medieval, y en sus orígenes estaban al aire libre, donde vendedores ambulantes y labradores de los pueblos próximos se instalaban con el fin de vender sus productos. Así ocurría con la Boquería de Barcelona, que fue sólo cubierta ya en el siglo XX, en 1914.
También es el caso de Santiago de Compostela, donde las plazas en las que se celebraban mercados eran las de Platerías, Azabachería y principalmente la de Cervantes. A finales del siglo XIX se decidió concentrar esta intensa actividad en las antiguas huertas del Conde de Altamira. Así surgió el Mercado de Abastos de Santiago de Compostela, cuyas naves fueron levantadas a finales de los años 30 por Joaquín Vaquero Palacios.
Joaquín Vaquero Palacios fue un arquitecto ovetense nacido en 1900 del que ya hablamos hace unos años en el blog. Arquitecto y pintor, durante quince años dedicado en exclusiva a esto último, no sobresale por la gran cantidad de obra que realizó, sino por la absoluta originalidad de su trabajo, así como por su entendimiento de la actuación arquitectónica como una obra de arte total. Sus proyectos más conocidos son cinco centrales eléctricas asturianas que van más allá de la noción de infraestructura. Se diseñaron las instalaciones con elementos ornamentales, se proyectaron desde las fachadas hasta las lámparas o las barandillas.
Su vinculación con la pintura se trasladaba al espacio, llenando de color las salas para conseguir profundidad. Con ciertas influencias neorrománticas, abogó por el concepto de
Integración de las Artes, que no dejaba de conectar con las propuestas modernas explicitadas en los CIAM.
El Mercado de Abastos de Santiago de Compostela fue finalizado por Vaquero Palacios en 1942. Fue diseñado en una época de transición desde el inicial racionalismo que muestra su primera obra arquitectónica. Un lenguaje más historicista asoma en la fachada del Mercado. El edificio se caracteriza por la utilización de un vocabulario de reminiscencias prerrománicas que ha sido readaptado para albergar el programa de mercado.
El mercado se plantea como un formado por ocho grandes naves. Construidas en granito, las naves por su forma alargada y tejado a dos aguas, recuerdan a las de una iglesia. La decoración se lleva a una mínima expresión, siendo la potente geometría de sillares y elementos constructivos la que lleva el peso de la composición. El resultado es un conjunto de aspecto atemporal, que podría costar fechar, pudiendo ser tanto una obra de gran antigüedad, como totalmente contemporánea. Perfectamente integrado en la antigua ciudad de Compostela, se ha convertido en el segundo sitio más visitado de la ciudad.
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