Los años 70 fueron una década de reconfiguración política y económica tanto en Kuwait como en España. La arquitectura moderna dio forma a estos procesos, a través de edificios que reflejaron las aspiraciones de las instituciones públicas y privadas.
En Kuwait, en 1961, el mandatario Sheikh Abdullah Al-Salem firmó el acuerdo que daba por finalizado el protectorado Británico sobre la región. El Sheikh se convirtió en el padre del Kuwait Moderno, e impulsó la organización del nuevo Estado. Ya iban casi 20 años de la llamada Edad Dorada: la primera exportación de petróleo se había realizado en 1946. La etapa de gran prosperidad duraría hasta los años 80. Una época que coincidió primero con la vigencia, y luego, con decadencia del Estilo Internacional.
Antiguo aeropuerto de Kuwait. KOC photography archive.
Hacia la mitad del siglo XX, el espíritu global era de confianza en el progreso, avance técnico, universalismo y funcionalismo. En el caso de Kuwait, como ocurrió en muchos lugares durante ese tiempo de confianza ilimitada, la expansión constructiva fue a costa de la pérdida de mucha arquitectura tradicional. La ciudad árabe, compacta, de baja altura, de patio y muro, cambiaría, incorporando arquitectura de los años 70: el hormigón, el brise–soleil y la gran escala.
El centro se transformó en un distrito administrativo y comercial. La antigua ciudad costera se vio modificada por planes urbanos y edificios que expresaban la ambición política de redistribuir los ingresos del petróleo y proporcionar condiciones de vida modernas. La ciudad se hizo a base de edificios independientes y una gran red de carreteras.
Por su tamaño y volumen, estos edificios exuberantes rápidamente se convirtieron en dominantes en el paisaje urbano. Muchos fueron producidos por una élite de arquitectos extranjeros y kuwaitíes de educación anglosajona, en ellos, se alojaban los símbolos económicos y políticos del país. Los años 60 y 70 fueron años de grandes construcciones y oficinas extranjeras: Alison y Peter Smithson, Candilis-Josic-Woods, Arthur Erickson, Pan-Arab Consulting Ingenieros (PACE), The Architects Collaborative (TAC), Skidmore, Owings & Merrill (SOM)…
National Assembly of Kuwait. Jørn Utzon Logbook Vol. IV: Kuwait National Assembly.
El Estado convocó concursos restringidos y pidió colaboraciones a los grandes arquitectos internacionales del momento. En 1969, las autoridades kuwaitíes invitaron a concursar a varias oficinas arquitectura de los años 70 de cara al proyecto de la Asamblea Nacional del país, el principal órgano de gobierno. La propuesta elegida fue la de Jørn Utzon, el arquitecto danés que luego se encargaría de la Ópera de Sidney.
Utzon había viajado a Irán en 1959, y esto le inspiró para pensar la formalización de la Asamblea Nacional de Kuwait. En su organización en planta, reflejó la estructura urbana de la ciudad de Isfahan, y su bazar. Para Utzon, los espacios de pequeña escala situados entre edificios –patios, calles jardines, eran claves para organizar la vida. Por eso, el edificio se componía en una retícula plagada de patios. Para cubrirla, Utzon pensó en el techo textil de una tienda nómada. Así, diseñó una gran cubierta de hormigón curvado. La apoyó en gruesas columnas que funcionaron a modo de fachada exterior, rítmica y potente. Estos soportes aprovechaban la economía estructural del hormigón, pero, decía el arquitecto, se inspiraban en los molinos de Mallorca.
¿Cómo de verdaderamente vernácula era la propuesta formal de Utzon? Parecía más bien, que el arquitecto utilizó la metáfora: la metáfora del bazar, la de la tienda nómada, la del molino, para fijar estas formas tradicionales en un sistema organizativo más bien moderno, rígido, fijo y occidental, aunque formalmente excelente. El edificio se comenzó a construir en 1971.
Montaje de las piezas prefabricadas. Jørn Utzon Logbook Vol. IV: Kuwait National Assembly.
Dos años más tarde, otro arquitecto nórdico, Arne Jacobsen, dio inicio a la construcción del Banco Central de Kuwait. El Banco era también una institución fundamental del nuevo Estado. Jacobsen formalizó la identidad de este organismo a través de una cerrazón contundente. El edificio negaba el exterior como una caja fuerte. Su basamento era duro e impermeable, reflejo de la idea de seguridad, como una muralla, Sobre él, emergía el cubo de oficinas, tramado y algo menos opaco, pero severo igualmente.
En el interior, un gran patio central iluminado por claraboyas metálicas, de nuevo, se convertía en el principal elemento organizador del espacio. La translación de la tipología vernácula del patio se hizo sin metáfora: puro sentido organizativo y de respuesta a la función y al clima. Pero con el tiempo, al edificio le ocurrió lo mismo que a otros edificios modernos: una reforma unas décadas más tarde le dejó irreconocible.
Arne Jacobsen, D+W architects: Banco Central de Kuwait.
Se edificaron numerosos organismos del Estado. En 1969, Reima y Raili Pietilä fueron invitados a participar en un concurso de arquitectura para la mejora de la zona del casco antiguo de Kuwait. Se les asignó el desarrollo del área costera del centro junto al Sief Palace y tres edificios ministeriales: una extensión del Palacio, el Consejo de Ministros y el Ministerio de Asuntos Exteriores. El proyecto para el Ministerio se planteó desde una perspectiva transcultural. Pero sin el respaldo de una comunidad, fracasó.
Igual que la ciudad tradicional quedó engullida por la ciudad moderna, la postmodernidad colonizó muchos de estos edificios para dejarlos prácticamente irreconocibles. En el caso del proyecto de Reima y Raili Pietila para el colorido Ministerio es evidente.
En Madrid, los años 70 fueron un tiempo de transición política y cierta apertura económica y social. En la radio sonaba “Un rayo de sol” de Los Diablos. El mismo año que se inauguró la Asamblea Nacional de Kuwait, se convocó un concurso para la torre del Banco de Bilbao. Tres años después, se colocaron los cimientos de un edificio que acabará plagado de brise-soleils. Color bronce, con las esquinas redondeadas, el edificio remitía a los rascacielos americanos de Chicago. Como en el caso de la Asamblea, lo modular cogió importancia: el rascacielos era un apilado de plantas individuales. Dos núcleos verticales de hormigón armado sustentaban todo el edificio. Entre ellos, pasaba el túnel del metro, a nivel de subsuelo. Resistentes forjados de hormigón pretensado se disponían cada cinco plantas. En cada una de ellas apoyaban cinco pisos de estructura metálica, el último de los cuales quedaba totalmente libre, sin pilares.
La torre de Javier Sáenz de Oiza se convirtió en un icono de la la Castellana. Los años 70 fueron, en la capital del país, especialmente dedicados a la edificación de símbolos de poder económico privado, sedes de empresas y bancos, que tomaron la forma arquitectónica del rascacielos.
En Madrid, la arquitectura de los años 70 tipológicamente no incorporó tanto la modernidad crítica nórdica, sino el pragmatismo liviano y transparente, que apuntaba casi posmoderno, americano. Una arquitectura internacional, pero proyectada por arquitectos nacionales.
Hasta el primer tercio del siglo XX, Madrid se había configurado en torno a un eje oeste-este, hecho reforzado por el inicio de la construcción de la Gran Vía en la década de 1910. El origen de la vía que hoy articula la ciudad, el Paseo de la Castellana, no se daría hasta 1929, cuando se convoca un concurso para la ordenación de Madrid, para el cual los arquitectos Secundino Zuazo y Hermann Jansen propusieron un eje norte-sur (Atocha-Chamartín) como alternativa de crecimiento urbano.
La Castellana, zona de Nuevos Ministerios, años 70.
Aunque el proyecto del 29 no se llevó a cabo, pasada la guerra civil, un nuevo organismo, la Oficina Técnica de la Junta de Reconstrucción de Madrid, impulsó los proyectos inacabados. El nuevo Paseo se inauguró en 1952 con el nombre de Avenida del Generalísimo y con final en la Plaza de Castilla. Si la Gran Vía tenía 30 metros de ancho, la nueva calle medirá 130 metros de lado a lado. Todo un signo de la ambición: aquella que reunió en sus dos aceras, los símbolos del poder económico de la ciudad.
En esta calle, está la torre del Banco Bilbao. Pero también, el estadio Santiago Bernabéu, y el complejo financiero AZCA, resultado de un concurso de 1954. El eje norte–sur se irá consolidando a lo largo del siglo XX y XXI, para albergar en él tanto los edificios de dirección del Estado (el Ministerio de Sanidad, de Defensa, de Industria…) como otras organizaciones políticas (por ejemplo, la Embajada Americana), pero sobre todo, las sedes de distintas empresas privadas.
Torre Castelar. Foto de Ana Matos.
La década de oro de la arquitectura en esta avenida llegó en torno a los años 70. En el número 4, Miguel Fisac edificó entre los años 1966 y 1968 la sede de la empresa IBM, cuya fachada de piezas prefabricadas en hormigón era significativa de las investigaciones del arquitecto con dicho material. El exterior del edificio daba respuesta a las necesidades de las oficinas, que requerían un interior diáfano y con luz artificial. En el número 29, entre los años 1976 y el 1979, Rafael Moneo, discípulo de Oiza, construyó una de sus primeras grandes obras, la Torre Bankinter, algo retranqueada al interior de la manzana. El edificio, acabado en ladrillo, era un ejemplo de respeto al contexto urbano, estableciendo continuidad con las viviendas adyacentes y funcionando de telón de fondo al Palacete existente, también propiedad del Banco. Más al norte, el edificio rojo de Bankunión (1972-1975), obra de Corrales y Molezún era una amalgama de hierro coloreado, cristal, torres de servicio, tubos de aire acondicionado, todo visto.
El edificio de Seguros Fénix, de Gutiérrez Soto (1965-1971), el Edificio Castelar –una torre preciosa de cristal traslúcido volando sobre un basamento de travertino, obra de Rafael de la Hoz (1975-1983), el Allianz, antes Adriática (1978-1979) de Javier Carvajal, las torres de Colón de Lamela (1967-1976)… Este texto no puede abarcar todas las sedes empresariales que en la Castellana, a lo largo de los 70, tomaron la forma del rascacielos moderno.
Tuvieron que llegar los 80 para incorporar un nombre extranjero, el de Minoru Yamasaki, autor de las torres Gemelas y de la Torre Picasso. En los dosmiles, la avenida se cerró –momentáneamente, con otra serie de formas posmodernas, las Torres inclinadas KIO, de Philip Johnson y John Burgee; y con las 4 Torres construidas en los terrenos del Real Madrid, que duplican la altura de las anteriores y que alojan la sede Cepsa, PricewaterhouseCoopers o Coca-Cola. Pero eso ya es otro capítulo.
AGi architects ha realizado realiza edificios institucionales en ambos países, que se pueden consultar en su web.
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